Para Julio Polar
Nos han inoculado el veneno de la velocidad y no te expulsaron ni con mil decretos violentos, de ti
no hay frescor en tu cabeza, tu cabeza es una zona de guerra, un concierto de jazz, un camino de elefantes,
un escondite de tigres, un lugar cinematográfico en donde alguien que no es Bobby Vinton canta Blue Velvet para ti
nadie llega en el momento preciso, nadie edifica un paraíso hecho a tu medida, nadie te cuida la espalda en el último minuto de tu vida,
nadie te ofrece un café porque todo está prohibido al final en un hospital,
y estás muy lejos de Isabella Rosellini y su cara divina cuando la besa el muchacho inocente
y estás muy cerca de ti mismo en el movimiento de tu cuerpo, mirando a la muchacha que te ama
antes de irte, antes de tocar el aire como si esa fuera la lluvia que tu cabeza necesita
en la posición de un animal libre que jadea y se detiene a respirar en medio de una pradera después de una tarde con arcoiris
te tocas el rostro antes de irte, un momento, un segundo, con muchas caras amadas sobre la tuya como un cuadro de amor dadá
soy como un James Dean que regresa al mundo en mí antes de morir y aunque no llueve ahora en mi cabeza,
sí llueve al final,
como una gran gota de rocío todo desaparece
y no digas que no hay lluvia en mi cabeza
mírame muchacha, soy el que perturba y se deja perturbar
acuérdate de mí cuando llegue tu final, como en los campos de arroz naciente que una vez dibujé, como
un kahlión que surca los cielos, acuérdate de mí
el amor es un animal mutante que viene y va
lo sabrás
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