¿Ves la pared? esas manchas son la humedad que se lleva su esmalte y al verlas las comparas con tu piel en invierno. No hay revistas sobre cómo ponerse bella en unos cuantos pasos en la habitación, ni se necesita porque hay internet. Hay cosmética de China en un pack de cremas exóticas, aceite de coco, ampollas para vitaminizar las raíces del cabello, stickers de propaganda sensual que alguien te dejó una noche dentro de la cartera sin robarse ni una moneda. En las discotecas el frío se olvida, las estadísticas también y todos preparan sus artilugios tipo te cojo, me cojes lo más pronto posible, todo cubierto de sofisticación impostada que ni se nota si no tienes la percepción agudizada como un director de cine que observa los movimientos de sus actores, el proceso de sus negaciones y deseos.
Parece confuso.
Parece difícil acercarse a otros.
Si tienes ganas, te dejas llevar como un actor secundario. O te das la vuelta y sigues esa línea que apenas ves, le das forma, te acomodas sin apurarte.
Qué rápido amanece cuando recuerdas.
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