Si fuera nostalgia, te pondrías triste, buscarías playlists en los que se mezclan temas de Pulp, Cat Stevens, Nick Drake y los corales de las sinfónicas en youtube. Sesiones de textos donde todo se emparenta con ese violento blue de la memoria. Necesitamos paz, gato que te duermes al ras de la noche. No pronuncio tu nombre porque eres el animal favorito que no necesita ser nombrado ante el mundo. Veamos, no ante el mundo, si no ante un pequeño pase de humanos que asoman por este blog y leen si es que no se interrupen en algún click, en las correrías urbanas, en la soledad del móvil descargado, en un ardid que se convertirá en un suceso. Ustedes saben, creo. Ustedes, los interlocutores silentes.
Si fuera nostalgia, este tic tic se quedaría como viejo slide en las paredes, ahora que el frío se introdujo a los dedos, sintonizando con el muchacho de las horas químicas desde el lado mutis. Siempre nos comunicamos sin saberlo, ¿no?, con miles, con todos, a veces con nadie.
Ni el gato escucha. Demonios, la ilusión es un mal con cara de animal durmiente. Esta catarsis breve se queda en una anécdota, en una canción de los Smashing Punpkins. Purita suciedad.
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