8.20.2012

No importa: escriba y escriba, a veces como un niño que busca ALGO

Se darán cuenta que he escrito con una rapidez que me catapultó a un hoyito no tan profundo como para que me hunda y no pueda salir. No me justificaré hablando del cansancio, el frío y etc. 
 Buscar AlGO, va como acción insistente, a veces a tientas, otras con claridades que se alternan, se cambian, se polarizan o chocan. ALGO  no es cualquier bolón textual, idea rasante, perspicacia. Es más.

Me acordaba del sonido de la lavadora en un episodio de Mad Men, en el que Betty transpira y experimenta una paja imaginando un encuentro erótico con un visitador que vende no recuerdo qué artefacto. El sonido era persistente como una banda sonora del momento. Betty se resistía, Betty se mordía los labios mientras mechones de su pelo rubio se humedecían.

Luego, me he quedado pensando en Tony Scott.  Vi algunas de sus películas, The Hunger, Top Gun (no la vi, oh), y nada más. Es decir, vi apenas una.  Del abatimiento pasé a la verguenza. Ustedes notan cómo estallan las redes sociales con noticias como ésta. Un suicidio, un cineasta, el hermano menor de Ridley Scott, las comparaciones, los comentarios desmesurados, la intriga, la gratitud.

La gran estética del cine llamado de entretenimiento cuenta con directores como Tony Scott que sobrepasan las barreras de la panorámica hollywodense. Lo que también sucede con las series televisivas que capturan por ejemplo,  instantes de gran pulsión sexual, sin que la ausencia del desnudo le quite intensidad.  Y también el desnudo encajará con su dosis de sugestiones cinematográficas, en otras escenas. El tratamiento fílmico halla sus caminos en manos de sus directores y actores.

(Tony Scott, la vida y la muerte)

ALGO ( la cuestión pre-nebulosa) se gesta.

Qué porquería, ¿eso creen?. Ni me adjudiquen lo que no creo. Lo nebuloso no es solamente ver cosas que flotan en la memoria, enigmas, incertidumbres. Lo nebuloso también es ver cómo la muerte de alguien del que ni espectaste la mitad de su filmografía, te conmueve, te hace sentir un especimen vergonzante. Te arroja a la cara tu intelectualismo rampante.  Ni la cinefagia, vamos.

Esa máquina de gestas llamada cine, se involucra con este Algo, la olaza que no se detiene.

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