8.10.2012

No me toques el tobillo porque duele como si hubiera estado en una guerra

Cuídense mucho. Escuchamos esa recomendación contra la sombra de los accidentes, los sismos, los asaltantes, el frío, la ventisca, la soledad en los buses. Cuídate mucho. Y de pronto te rompes los ligamentos del pie en un pasadizo de parquet, en menos de un minuto. Suena un claxon brutal, miras por la ventana y abajo en la pista han atropellado a un muchacho que no tiene más de quince, un escolar apurado que cruzaba el óvalo con la llovizna en la cara. Qué hielo dentro. 

Tu pie es un detalle frente a esos ojos cerrados. Tu vida es una maqueta a color que se suspende unos minutos, con el dolor.  Un dolor que no cuenta al lado de otros. No podrás caminar meses. Te moverás con unas muletas, perderás trabajos, comerás menos aunque debas comer más, y no es trágico. No te has muerto. No estás en una morgue. Nadie te identificará. Estás viva, tan viva como Mick Jagger o como la niña apurada que pasa en este momento por la vereda, al lado de tu casa.  No tienes madre ni padre. Vamos, no te autocompadezcas. Ahora aparecen amigos de los que ni te acordabas, No sé cómo demonios, saben de ti. ¿Acaso no todos tus amigos se habían ido a Europa, a China y a Manhattan?. Qué raro es el cariño. Brilla como una lucecita en medio del temporal. Será la temporada de los grises y el invierno en casa. ¿Freelancer, dónde está tu hogar?.

Digan lo que digan, creo que el hogar existe. No es ese lugar ideal con chimenea, mesa grande, muchos abrazos y pan caliente cada mañana. El hogar es un tránsito, una zona cambiante como los libros. Ah sí, el hogar también es un libro, una red social, un café, una habitación. Por ejemplo yo vivo en una habitación que se parece a un freezer. Además es blanca como un cuarto de hospital. Es una zona que me la han intercambiado con la mía que está en el segundo piso.  Esta habitación tiene un lavatorio de aluminio cromado en el que lavo platos y ropa. Me abrigo como esquimal porque después de la primera gripe acá, el cuídate mucho fue una advertencia y acá estamos, pie roto en este hogar. La laptop le otorga su calidad de hogar, sobre la mesa naranja. Pocos objetos en esta habitación, como en un mini-set fílmico. Minimalista. Olas cinematográficas cruzan sus linderos con naturalidad, porque la laptop funciona y si opera es porque lees Twitter, pdf's, notas marginales, revisas  Tumblr y a veces posteas, escribes, te aseas,  tiritas un poco en las horas punta del invierno y plaf,  miras a la televisión como el aparato silencioso que caducó su tiempo de vida. Una pérdida notable. Breaking Bad te hace falta, las entrevistas de Beto Ortiz, Vicent D'Onofrio, Anthony Bourdain, Milagros Leyva, las repeticiones de Terminator, South Park, recetas de cocina,  los maravillosos especiales de Animal Planet y  mucho más.

Cuídate mucho y el aventón erótico en pantalla gigante de la cotidianidad. Hambre, cajitas numeradas de té, filtrantes de capucchino, voces que vienen y van. No, no me toques el pie. Me toca remojarlo en agua caliente con sal. Al menos, le sacaron el yeso. Al menos está desnudo y descansa como un niño mudo. Oh sí.

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