7.05.2012

21 grados de cercanía

No debería escribir sobre dulces. Se me hace agua la boca por un alfajor. Este no es un post importante que hable de cosas pantanosas. Es una catarsis, un lanzamiento nocturno que perderá su temporalidad para convertirse en una especie de tic. El deseo de comer algo dulce, esa provocación que se siente en el estómago. Una pequeña ansiedad, lo más irrelevante en medio de la vorágine. Una manera de reunir listas de tareas, mientras te apoyas en el random televisivo. No hay zombies, ahora. No hay alfajores, tampoco. Restos de pudor llegan. No hay que escribir sobre esta necesidad, esta sensación de 21 grados de cercanía con extraños en las redes sociales. Mil veces no, no son extraños. Más de uno te alcanzaría un alfajor con una sonrisa. Más de uno, también te ignora en la infinita zona donde todos hablan a la vez y nadie se mira. Ok, ese no es el propósito. Cola de serpiente, cola de demonio. 

Alguien habla de coherencia. Ríete. La bendita coherencia. Hey, necesito ponerle punto final a este post, simplemente por lo que ustedes saben. No hay alfajores. Nadie me enrostrará el arranque infantil. The end.

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