6.04.2013

La playa y su influencia

La playa trae la imagen del océano, de los barcos, los surfistas, las lanchas, los nadadores. Cuando vives cerca de una playa, no importa si no la abordas frecuentemente porque la playa ha tomado posesión de ti y no es un demonio, si no una idea, una sensación, como un pack de pisco sours que te marean suavemente. En otros momentos la playa es un remolino, un stand gigante con bebidas refrescantes, donde te detienes y eres absorbido. Paf, sales o eres arrojado, aunque la playa sigue allí, contigo.

Todas las playas son una gran playa en la memoria. Son como el lugar donde se descansa y hay canciones, sol leve, arena que no se pega al cuerpo, conchitas de mar, corales, mensajes en botellas invisibles, sexo en rocas de cristal. ¿Cómo?, ¿qué dices?, ¿rocas de cristal?. Sí, la playa es el lugar imposible porque es ideal, la playa y su influencia cinematográfica, sus objetos inauditos, sus sombrillas de colores, sus caricaturas de veraneantes en cercos privados, sus niños felices, sus putos discretos, su mercadotecnia pasajera, sus enamorados locos. La playa es también ese crepitar de leña, un grupo de amigos que después se olvidan entre sí y gritos. La playa suele gritar aún cuando está silenciosa. 

Quisieras ser una playa cuando sueñas.  Al despertar, el ritmo de la ciudad te llama.  La playa se difumina un poco, nunca totalmente. Esa es su influencia.

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