12.24.2012

Crak, ¿qué?

Mira, a veces me pesa la noche y el ruidismo en las redes sociales es una alternativa. Temporal como gomas dulce-ácidas que comes en una parada bajo la lluvia y te acuerdas de esa canción que dice: "oye, estás mojado, ya no te quiero".  El ruidismo nos engaña. A mí me atrae y me lleva a un panal donde no hay miel, porque no era un panal  a dónde llegué si no un desierto con lámparas colgantes, claxons que se oyen en la lejanía, arrobas fugaces, citas cinematográficas, la cara de George Constanza, los videos de Manic Street Preachers y la propaganda en AXN, calaveras y mutantes. Las femme-fatales de Tumblr, Bowie andrógino, Duke Ellington, las otras muchachas del magnetismo inclasificable y mucho más. El ruidismo se cuela en todo. Las escaramuzas nocturnas se vuelven cómicas. No hay naranjas, no hay orden. Es necesario afrontar esta temperatura, este pase nocturno. Mañana me voy a quedar muy quieta cuando comience el día, sin ruidismo, frente al espejo, antes de salir y arrojarme a la marea social como si fuera un kamikaze que se avienta y que de pronto se da cuenta que no se ha lanzado a ningún abismo. Está íntegro, no le falta ni un dedo. Simplemente es un individuo más en medio del ruido de la ciudad.  Sigue caminando, sigue la ruta conocida. Busca galletas en su bolso, las encuentra, se las devora y continua el curso de su día. Rápidamente.

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