3.28.2013

Debes escribir sobre el fin del verano y su efecto sobre la ciudad

Aquí, el fin del verano aparece lentamente. Los amaneceres son más húmedos, el viento cae sobre el rostro con mayor fuerza y en las noches el sopor tan sólo se siente si estás en un lugar atestado de gente, donde han apagado el aire acondicionado y las ventanas están semicerradas. Nada que no imagines, excepto ese frío que se asienta en las paredes, en los pasadizos, al filo de las puertas y que a veces es como un fantasma, inofensivo, fastidioso, ese frío que te toca la garganta.
 Caminas por las calles en un día feriado, minutos antes de la medianoche y miras los ojos de alguien desesperado, que pasa por tu lado. Siempre hay alguien que tiene los ojos llenos de una opacidad que los revela. Alguna vez tú y yo hemos tenido esos días, lo sabes. 

 El verano no enloquecerá más a los vagabundos que buscan árboles para sentarse bajo sus ramas, los parados que deambulan por la ciudad con sus documentos, los niños vendedores, los cantantes de paso, los enamorados pobres. Ah, vamos, eso es deprimente, dices. Debería escribir de The Cure, que pronto vendrá y sacudirá la ciudad con su sonido diamantino que marca la diferencia de un tiempo, de una manera de moverse en un escenario, fluído musical, espectro y romance.

Sabes, en cada fin de verano, los sueños se materializan como canciones. Las canciones quedan, los sueños se van.

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