5.21.2012

Un maniquí en tu cama

La obsesión de tu vida es un maniquí rojo cono los demonios de las leyendas. Un maniquí con cuernos y piernas hermosas, de vientre liso y tetas erguidas. Estás pirado como Woody Allen en una de sus películas de obsesivos, con diálogos alucinantes. Y te pareces a un perro en celo, olisqueando las sábanas sucias de tu cama frente al espejo con marco plateado, al lado de un periódico mural con noticias de secuestros, fábricas abandonadas, eunucos árabes. 
El maniquí está en tu cama, brillante como la sangre que se ve en el episodio reciente de tu serie favorita, lleva  botas negras con adornos de flores metálicas. El beso del maniquí no llega. La erección se apunta una paja en la truza de encaje, palpando una vagina de fantasía, seda pura en el plástico, viaje al centro de la carne en un toque largo sin soundtrack ni gemidos. Cuando tu esperma cae sobre el maniquí, en el departamento del lado, muchachos gritan. Esa simultaneidad te enloquece. Necesitas un trago fuerte y no hay cerveza ni ron. Al menos el cabello del maniquí es verdadero, como un tributo indio, del desierto, western porno, suavidad orgánica. Un beso. Testículos calientes.

2 comments:

Anonymous said...

En los círculos privados, te condena sutilmente la que con misma gracia te regala una flor en público. Si, esa misma que tambien habla mal de mi y de algunos a los que el sabor tambien les conoce ¿Motivos? No existen, ella no calcula, actúa, es la impronta de su carne.

Se puede hablar tambien de los hombres a los que esa misma carne les inhabilita la nobleza de la duda. Se puede.

Le aprecia, Dr Schön.

hegemonic said...

La confusión puede ser contemplada como un enigma. ¿Qué me dice?.

Salutes.