1.30.2012

Stereofónicos

La ola noticiosa con su filo político sobrepasa en estos días toda resistencia. A dónde vayas ves titulares, el efecto visceral en el Congreso, la cara de Obama, el número de bombardeos, la piromanía del yo y la nostalgia del porno primigenio en las redes sociales.  Justin Bieber y la ciencia, los últimos avances de la genética, la creación de robots hipermodernos, fotografías de autos en colisión, llamados a usar bloqueador y sombrillas vs la radioactividad, stop a SOPA, la debacle conceptual en arte o su contraparte, la zombificación, los encuentros literarios, el margen filo-sófico y las anécdotas sexuales de los actores famosos. Las guerras, las mujeres asesinadas en sus casas por sus maridos. Los maridos hartos, los adolescentes cachondos, la esclavitud sexual,  las declaraciones de los generales israelíes, la pérdida de agua en el mundo, la minería y las corporaciones, los alucinógenos y el vandalismo de las pandillas, la publicidad y Kate Moss en las vitrinas y youtube, los capos en las redes sociales y el odio. 

¿Cuáles son las nuevas maneras de luchar? ¿Hay luchas inválidas?. ¿Es inútil luchar?.
Si no te falta qué comer ni dónde vivir,  esas preguntas tal vez no tienen sentido. Tal vez la domesticación es tan eficaz que preguntarse por cuestiones básicas que a la vez son universales tienen un efecto nebuloso. Hasta que te topas con algo escabroso. Y los reduccionismos de la alegría se van por el desagüe.

Nadie se lleva las más hermosas canciones aunque estés flotando en medio de la caca. Eso no me lo discutirán ¿no?.


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