4.30.2012

Churrascos

Hoy conversando con @reinadecapitada, me acordé de la primera vez que probé un churrasco. En casa, el naturismo regía nuestros días. Sin carne, la vida era una especie de falso remanso, un islote, una estación de servicio fallido. La carne fue, ahora que lo pienso, una primera revelación sexual. Comes carne y tu sangre se llena de sensaciones nuevas. No es una sugestión. La carne es violenta.

No entiendo por qué saber que han matado a un ser vivo, no me detiene. ¿Soy culpable?. ¿Cómo debe ser esta culpa en un mundo de aminoácidos, evasión y guerras?. Devoro un churrasco algunos días. A veces pasa una semana y no como carne. Cuando llega el día en que siento dentro de la boca ese sabor bestial, hay un pequeño renacimiento. La carne me prepara para la gesta del día, la carne trae  con su sabor, sensualidad. Como si te reconfiguraras a través de su poder.  Luego la olvidas. Tú también eres carne, esa es la conexión. Lo asumes sin racionalizarlo, hasta que surge alguna conversación sobre churrascos y adolescencia. La carne es la estrella.

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