4.07.2012

Coyote y Bugs Bunny, oh no

No hables de tu infancia. Es aburrido porque todos hemos sido niños y las anécdotas más terribles se desatan como en un castillo de naipes, caen caen y te recuerdan cómo eras a los cinco años cuando te escondías en las grutas imaginarias de tu jardín. Bugs Bunny se reía contigo en el televisor meintras el lejano sonido de una bomba era el ruido de fondo que  azuzaba a todos. No había correcaminos al final del cuento que huyera despavorido y regresara luego, contento, otra vez. La gente no era como el coyote que tenía miedo, rabia y luego se reía. La gente se iba del país y las explosiones continuaban, la bandera era una tela blanquiroja elevada en el mástil, cada lunes, flameando hacia el cielo, en la fila de formación, en el color de unos ojos inquietos que eran los tuyos, cuando no entendías qué significaba el  amor a la patria. Sonatas religiosas y efémerides, ópera de la vida, recreo de niñas perdiéndose en sus juegos y el stop en las voces de las profesoras.  Eso también era la niebla, en una ciudad de inviernos que abrazaba a sus fantasmas con cansancio y balas.  

A los cinco años todos éramos felices por ratos,  como pequeños guerreros en medio de una lucha desconocida.

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