4.06.2012

Estampitas

Nos tirábamos al suelo del patio,  con nuestras estampitas a los 4 años. Las novicias se hacían de la vista gorda al paso. Si la Directora andaba por allí, nos erguíamos y nos íbamos a una esquina. Hubo una temporada en la que estuvieron de moda las estampitas de la Virgen María, regalos de las niñas que habían comulgado por primera vez. Un spleen infantil. Barroquismo en esas estampitas con encaje, bordes de filigrana, altos relieves, una maravilla. Trece años antes de convertirnos en muchachas descreídas, esos juegos apostaban a la belleza de una  madre perfecta, inmaculada, de extramundo.  María, la eterna, la de los altares y las estampas, hoy reminiscente, se parece a ese cielo de colegio, cuando el mundo era pequeño y fantástico. Madonna de nubes.

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